Jesús Héctor Cavazos Salas

Inspector de Comercio

Gerardo Saúl Palacios Pámanes

Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana

Diego Rodrigo González Lozano

Consejero Municipal

Juan Eduardo Martínez Garza

Encargado del Despacho de la Secretaría de Bienestar Social

Es Licenciado en Derecho, por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Se ha desempeñado en el sector público desde el año 2003, tanto en el Gobierno de Nuevo León como en Municipios, ocupando el cargo de Director de Adquisiciones en el Municipio de Guadalupe en la pasada administración 2015-2018. Igualmente ha prestado sus servicios en…

José Ángel Martínez Martínez

Tomás Montoya Díaz

Presidente del DIF

Ramón Treviño Ponce

Encargado del Despacho de la Dirección del Instituto Municipal del Deporte

Laura Carmina Gutiérrez Sáenz

Secretaria de Igualdad Sustantiva, Inclusión y Derechos Humanos

Guillermo Puente González

Encargado del Despacho de la Dirección del Instituto Municipal de la Juventud

Francisco Garza Garza

Secretario de la Función Pública

Érase una vez un cordero muy consentido por toda una familia en especial de la hija menor. Un día adoptaron a un cachorro y cada día se ganaba más la atención por parte de la niña.

El cachorro recibía muchas palmaditas y amor por parte de todos y el cordero que se dio cuenta que ya no era el favorito, se volvió egocéntrico y egoísta. Aunque estaba bien alimentado y era bastante consentido, la familia ya casi nunca le prestaba atención.

Pretendiendo tener toda la atención de la familia, el cordero envidioso solo pensó en una cosa: si imitaba el comportamiento del perro probablemente llamaría la atención de todos de nuevo.

Un día el cordero se escapó de su corral y comenzó a comportarse como el perrito, así que se paró sobre sus 2 patas traseras y intento lamer a la pequeña niña, pero al ser más pesado que ella la tiró al suelo y se golpeó muy fuerte en la cabeza.

El padre de la niña, furioso, tomó al cordero y lo llevo a donde tenía encerrado al resto de los animales y dijo: «Torpe Cordero le hiciste daño a mi hija, debería cocinarte para que aprendas».

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El cordero envidioso

Érase una vez un cordero muy consentido por toda una familia en especial de la hija menor. Un día adoptaron a un cachorro y cada día se ganaba más la atención por parte de la niña.

El cachorro recibía muchas palmaditas y amor por parte de todos y el cordero que se dio cuenta que ya no era el favorito, se volvió egocéntrico y egoísta. Aunque estaba bien alimentado y era bastante consentido, la familia ya casi nunca le prestaba atención.

Pretendiendo tener toda la atención de la familia, el cordero envidioso solo pensó en una cosa: si imitaba el comportamiento del perro probablemente llamaría la atención de todos de nuevo.

Un día el cordero se escapó de su corral y comenzó a comportarse como el perrito, así que se paró sobre sus 2 patas traseras y intento lamer a la pequeña niña, pero al ser más pesado que ella la tiró al suelo y se golpeó muy fuerte en la cabeza.

El padre de la niña, furioso, tomó al cordero y lo llevo a donde tenía encerrado al resto de los animales y dijo: «Torpe Cordero le hiciste daño a mi hija, debería cocinarte para que aprendas».